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domingo, 15 de diciembre de 2013

y después de todo...

Después de tanto tiempo, volví a donde empecé, más de dos años sin usar el blog y justo hoy me acordé repentinamente que estaba. no voy a decir que fue una falta de inspiración lo que me hizo dejar de publicar, sino simplemente me ocupe de otras cosas, sin dejar de escribir por supuesto, vamos a ver si esta vez pueblo publicar con más continuidad y esperemos no haber empeorado en vez de haber mejorado con el tiempo.

Después de toda mis primeras experiencias del secundario, los típicos dramas y eso que se tiende a experimentar supongo, mi vida sexual no cambió mucho, al menos no con los otros, sino conmigo, yo cambié mi forma de ver el sexo, lo básico, lo clásico y simple que ya de por si no es tan simple, no me satisface, por qué?? bueno simple, porque meses antes de entrar a la facultad encontré un mundo nuevo, el del BDSM. B: bondage D: disciplina y dominación S: sumisión y sadismo M: masoquismo.

Ahora he ahí para donde van a ir los nuevos textos, en mi nuevo tipo de fantasías, si ya desde los catorce leía novelas eróticas ahora con diecinueve no hay nada que me de más satisfacción que un libro erótico, ya de chica fantaseaba sobre como era que de azoten, que se sentiría, como sería... al principio mi pensamiento tan básico me decía que definitivamente estaba loca, que necesitaba un psicologo y que me encierren por perversa, pero después me dije que no, no es una perversión, es un tipo de practica sexual que resulta ser de lo mas interesante, incluso creo yo que se puede considerar un motor de descarga. una descarga de todo, del trabajo, de la vida diaria, incluso de la realidad en cierto punto.

Por lo tanto ustedes van a pensar lo siguiente, ella lo hizo, realmente estuvo con alguien de ese entorno y ahí es donde yo contesto con una sonrisa falsa "no" exacto, no estuve con nadie que me de lo que quiero, es más sigo teniendo ese sexo básico con el que no logro tener un puto orgasmo, los únicos momentos que logro el orgasmo es cuando me masturbo, cuando creo escenas en mi mente o leo un buen libro, por qué no lo experimente? simple es solo una palabra miedo, cual es el punto de tener tanta imaginación si no puedo usarla? estoy frustrada conmigo misma, lo más cerca que estuve de una situación de BDSM fue teniendo una especie de amo virtual, sirve?? si, supongo que si, a mi no, yo quiero la experiencia en directo, pero el miedo paraliza y eso evita que hagamos lo que realmente queremos... lo peor es cuando por primera vez en mi vida me estoy enganchando en una relación, con mi mejor amigo, lo que supone ese termino de "mejor amigo" parece que supiese todo de mi, pero no, sabe que me gusta leer novelas eróticas y que me gusta leer y escribir sobre sexo y el BDSM, pero no que yo quiera intentarlo, no me pongo a punto de combustión de solo pensar en un simple azote, creen que eso es un problema?? la respuesta es SI y uno muy grave, lo amo, pero seamos sinceros, no a todos les interesa este mundo, estoy aterrada, me insinúa una situación sexual y le rehuyo al tema, no quiero sexo simple, cuando lo hagamos y no me guste y no llegue al orgasmo, que se supone que diga? no sos vos, soy yo que estoy más loca que nunca y creo que me volví adicta al sexo duro, a la disciplina y a la sumisión?? si... ja! me gustaría que alguien lo intente, parece más fácil de lo que es, porque nunca me prive de ningún tema con él y ahora le oculto la facción mas importante

En fin, esto es un resumen de mis dudas, así que espero que siga leyendo o tener nuevos lectores, voy a empezar a publicar mis fantasías, algunas son más suaves que otras, pero ninguna es del todo fuerte, no al menos después de todo lo que estuve leyendo sobre estas cosas. Espero que me sigan!





Saludos Sarah Alexia...


martes, 3 de mayo de 2011

ese día de calma...



-creo q nunca te había preguntado
-en su momento, otros años…- dije jugando con una flor que tenía-me preguntaste una vez, pero dejamos el tema rápido, teníamos cosas más importantes para comentar…
-me anote en un programa de artes, no sé si voy ni a donde es el curso...solo sé que me anote…- él soltó una carcajada
-¿Por qué te anotaste sin saber nada?- dijo jugueteando con un mechón de mi cabello
-por un sueño- el besó mi espalda desnuda-por eso amo los sueños...-dije recostándome a su lado, el campo era bellísimo y me daba un aire tan puro-la realidad se desvirtúa a placer de cada persona y la imaginación no tiene límites…los sueños son el mundo prefecto… en ellos todo es posible, no hay imposibles
-que lastima que nunca me acuerdo mis sueños por que por lo que me dices es un mundo maravillosos o quizás eres tú la que lo haces tan maravillosos y solo tú tienes esa clase de sueños, tal vez si yo soñase los míos no serían tan hermosos, quizás sea solo por tu mente infantil que está encerrada en ese cuerpo de mujer- dijo mientras me colocaba encima de su cuerpo y me abrazaba, sentía su corazón, lento, lento, lento, muy lento y calmo
-no lo creo, una niña no soñaría contigo, una niña no jugaría a deshacerse de su ropa mientras le besan, una niña no despertaría mojada por sus sueños- subí la mirada y me estiré para besarlo - él problema es que tú no quieres soñar porque tienes miedo a no despertar en tu aburrido mundo, pero no te preocupes yo puedo soñar por los dos- dije recorriendo su cuerpo hasta llegar su punto de placer y mi punto de excitación

miércoles, 9 de marzo de 2011

volví y con dudas

Bien, acabo de recuperar mi computadora y sucede que aún no me llega del todo la inspiración, espero que algún amigo me ayude un poco con el tema, en fin tengo ganas de hacer unas preguntas para ver quienes contestan y que me contestan, hace unas horas me preguntaron esto "¿Como se hace un chupón?" mi primera reacción de nerviosismo fue reírme, después traté de hacer que entendieran que no se cómo explicar algunas cosas, como por ejemplo ¿Como besas?, otra pregunta sin respuesta, probablemente la tenga, pero yo realmente no la sé, no puedo explicar algunas cosas, como sabrán tengo mis dulces dieciséis, no tan dulces, gracias a dios es mi último año de secundaria, así que estoy feliz, pero sucede que tengo un amigo, mi mejor amigo, pongamos que se llama Nicolás, sucede que somos amigos desde tercero, por ende hace dos años, durante el año pasado varias veces me habían dicho que él me tenía "ganas" pero yo preferí no escuchar...


No sé exactamente cómo fue que empezó, como hizo sin que me dé cuenta que todo iba a terminar así. Yo volví de mis vacaciones el 12 de febrero, me junte con él el viernes 25 recién, no solos, siempre con unos amigos, Carla e Ian; en fin, la cosa fue que él me tiro muchas indirectas junto con Carla para que algo pase, yo también di indirectas, no soy inocente, la cosa es que nosotros jodemos con dos palabras "habilitá" y "aplica" las preguntas "¿Habilitaste? si y ¿No aplicó?" en fin nos reímos mucho con eso en especial porque nadie entiende, la cosa es que él cumplió diecisiete, creo que es la segunda vez que estoy con alguien de mi edad, bueno, para el cumpleaños que fue el 7 de marzo lo llamé primera a las doce en punto, el lunes a la noche el plan era ir a su casa con todos los más cercanos a comer y después ir a un barcito a tomar algo, no me aburrí, pero no fue tampoco una fiesta, hasta que él me dio un poco de pelota y nos pusimos a hablar al rededor de la una y media, estuvimos jodiendo, lo mordí unas cuanta veces, pero a las dos y diez todo se puso a otra temperatura...


Estaba Delfi la hermana de Ian, Carla y Marie, la otra multitud se había ido, (Un alivio para mi) en fin, estábamos jodiendo Carla molestando con que habilite y Nicolás diciendo que si yo no habilito él no podía hacer nada, seguimos jodiendo hasta que le dije "¿qué más habilitación queres? , te estuve mordiendo toda la noche, que queres que te muerda el cuello" el se muere de risa y dice "pero mi vieja me va a joder hasta más no poder", a lo que respondí "me encantaría que tu vieja te joda", me dijo "bueno dale", yo lo mire creyendo que me decía en joda, pero me di cuenta que no era una joda me insistió diciendo que era de verdad que lo haga, cuestión le hice un chupón enorme que creo que no le va a durar uno o dos días, si no una semana...


Cuando termine de hacerle el chupón me separé de él y como era obvio de su parte me encajo un beso de los que más me gusta, esos que te levantan la temperatura de forma que vos crees que tenes fiebre; ahora en el colegio todos le preguntan lo mismo, "Quien te hizo eso" y el mirandome entre risa dice "Fue un regalo de cumpleaños" si los otros insisten miente diciendo "me fui de putas, me regalaron eso para mi cumpleaños" entre mis amigos como es obvio me joden con el chupón que le deje, diciendo que soy un vampiro, le quise hacer uno ayer para que le quede parejo (Que buena que soy) pero no me dejó y me dijo que la próxima soy yo la que va al colegio con TRES chupones, a ustedes les parece justo, yo hice uno no más, marcado, pero uno...


Yo por mi parte al secreto de que estuvimos no le doy más que una semana, dado que ya se enteraron otras cinco personas en lo que va de estos dos días, él tiene la esperanza de tres o cuatro semanas, mi mejor amiga Marie dice que lo nuestro va a ser cosa de cuando tenemos ganas estamos y si no nos divertimos como amigos, "si pasa, pasa y si no, no importa" la mejor frase para describir la situación, igual me da poco tiempo hasta que me acueste con él y yo creo que tiene toda la razón...


Bien, del chupón que deje todos están con el cuestionamiento que plantee al principio, "¿Como se hace un chupón?" yo creo que soy tan inocente que no puedo responder tal pregunta ¿No? ahora esa es mi pregunta ¿Como se hace? ¿Les gusta? ¿Les sale? ¿Excusas y remedios para tapar mis crímenes? y ¿Cuánto tiempo me dan para el sexo con él?



Con deseos y sexo SARA...

jueves, 20 de enero de 2011

Limnátide

Hola, antes de dar lugar al cuento queria agradecer a Sara por este espacio en su blog. Ella tiene un inconveniente con su PC que dificulta la publicacion de sus relatos. Espero que mis fantasias resulten de su agrado. Sara volvera pronto...




Enloquecía. Se trababan los ejes de mi cordura cuando ella empezaba a hablar. No podía evitar desnudar su piel una y mil veces al compás de su sonrisa. Era un ángel, un tesoro hundido en lo mas profundo de un mar de deseos. Inalcanzable, tanto así que resultaba difícil crear su figura en soledad, mi imaginación necesitaba de su rostro en el espejo para oírla gemir en espacios ficticios, a universos de distancia. Sofía era el ultimo pasajero de mi turno de noche, yo iba a recogerla al aeropuerto todos los viernes a las diez y cuarto. Victima de la separación de sus padres, era enviada desde una ciudad a la otra, como un paquete, confiando que su edad fuese suficiente para autoprotegerse. Desde el nido de aviones, hasta la casona donde vivía con su madre había un largo camino, por lo que al cabo de unos cuantos viajes, logre entablar una frecuente charla amistosa con la adolescente. Era hija de padres adinerados, la empresa familiar era conocida a nivel nacional y esto se notaba en varios aspectos de su personalidad arrogante, sin embargo, resultaba para mi, mucho más divertida que otros pasajeros del turno de noche. El asiento trasero del taxi había alquilado comodidad a cientos de personalidades, fantasmas de la noche, alcohólicos, vagabundos, abogados y doctores, desde comicos alegres a viudas en llanto, pero nadie lograba tal impresión en mi como lo hacia Sofía.

La esperaba justo enfrente de la salida principal, fumando en la oscuridad. Una tormenta dramática inundaba las calles de la ciudad, los árboles peleaban con el viento y los truenos allí afuera hacían que uno se sintiese indefenso. El limpiaparabrisas de mi Peugeot atigrado hacia un ruido desagradable y apenas lograba expulsar el abundante agua que chocaba en el cristal. Observe las grandes puertas de vidrio aguardando el momento en que su cabellera rubia atravesara el viento corriendo hacia el taxi. Aun faltaban unos minutos para las diez cuando me hizo señas desde la entrada para que me acercara al cordón de la acera.

-¡Buenas noches Sofía!, salude enérgicamente.- Con una noche así pensé que llegarías con retraso.

-Buenas noches Mateus, dijo ella mientras acomodaba a su lado una mochila abarrotada de equipaje. – El vuelo ha sido normal, aun así… no se veía nada bien desde allí arriba-, expresó al mismo tiempo en que se frotaba los brazos con ambas manos.

Por todos los Dioses, su figura empapada era un paisaje extraordinario. El tiempo se detiene unos momentos cuando uno ve algo así, y continua pausado durante unos segundos para resaltar cada detalle de una pieza invaluable. Las coletas de su peinado se habían desarmado un poco y caían dormidas sobre los hombros de su camisa blanca. El maquillaje en sus ojos se había corrido caprichosamente y su cuello hacia las veces de pista de aterrizaje para las gotas pervertidas que se escurrían detrás de su blusa. La misma se le ajustaba al cuerpo y, ayudada por la humedad que conservaba, se pegaba en su piel transparentando una superficie radiante. Sus delicadas piernas escapaban del final de una pollera colegial y bendecían el lugar con líneas maravillosas. Ella era irreal, intocable.

Nos alejamos del aeropuerto y tomamos una pequeña calle inundada para salir a la avenida principal. Conté hacia atrás esperando que ella dijese algo, cualquier cosa. Como era de esperar la charla comenzó con comentarios sobre el clima y el trabajo, pero, a medida que se aceitaron las palabras, la diferencia de edad nos encontró en diálogos mas divertidos, siempre relacionados con su madre, a quien realmente parecía odiar.

-¡Se la pasa regañando a la chica de la limpieza y al jardinero y a todo quien se mueva a su alrededor!- Protesto elevando la voz –Es en verdad irritante.

Yo me limitaba a sonreírle en el espejo cada vez que podía. Su voz era tan dulce e hipnotizante que reflejaba los viejos mitos de sirenas marinas, recordandome aquellos libros que marcaron mi niñez.

Siguió lamentando las actitudes de su madre, remarcando los trastornos psicológicos que esta había sufrido tras la separación, asegurando que le daba vergüenza la nueva personalidad “adolescente” de quien la había criado.

Sus palabras estructuraban una anécdota de días pasados, y sus manos las guiaban en gestos elocuentes dándole vida a todo lo que decía. Pero yo no prestaba atención. Había concentrado mis sentidos en su imagen reflejada. Estaba hipnotizado en la danza que sus pechos ensayaban tras la cortina de su camisa mojada. La superficie adoquinada del camino los hacía rebotar en movimientos sugestivos y casi podía sentir su peso entre mis manos. Sus pezones eran dos estrellas en un cielo nublado, querían atravesar la tela y escapar al viento, dos puntas de lanza. Necesitaba calmarme.


-¿Te molesta si enciendo un cigarrillo?- Mi pregunta era un manojo de flores muertas en el jardín de su historia juvenil.

-No deberías hacerlo, es un transporte publico, pero guardare el secreto si enciendes otro para mi.

Su mirada cómplice apenas podía convencerme, pero sus labios, sus carnosos labios pintados en el infierno rogaban en silencio. Decidí acceder a su pedido bajo otras condiciones. Solo encendí uno y la invite al humo compartido, al beso indirecto, envidiando el filtro marrón, final del cilindro blanco. Me sentí mentalmente trastornado cuando su boca libero una nube palida. Una tos inexperta delataba aun mas su juventud, su inexperiencia. Observe la marca de labial en el final del cigarrillo antes de darle una pitada. Sofía parecía relajarse a medida que las brazas se acercaban a la fuente de su voz, ahora sentada en el medio lograba concentrar toda su belleza en mi empañado espejo retrovisor.

Su inocencia ofrecía detalles electrizantes. Para cuando dejamos el distrito comercial ya había subido los talones al asiento y usaba sus rodillas de apoyabrazos, olvidando toda decencia aprendida, dejándose llevar. Me sentí invadido por el espectáculo en la inmensidad de sus piernas abiertas. Memoricé el camino que iba desde sus muslos hasta la ropa interior rosa, me puse nervioso, alerta, no podía dejar de mirarla. Me vi hipnotizado, perdido entre las sombras que su figura creaba y contuve la respiracion hasta que ella volvió a hablar.

-Esta tormenta me asusta, en noches así no logro dormir tranquila- Su voz denotaba preocupación, faltaban unas diez cuadras y se bajaría del taxi, perdiéndose en la inmensidad de una casona de estilo francés.

-No durara mucho mas, el viento ya parece ir cesando – dije en un intento por tranquilizarla. Su mirada iba desde la ventana izquierda al espejo y de este a la ventana derecha, observando la nada en las calles que dejábamos atrás.

-La casa de mi madre siempre resulta atemorizante, los ruidos se multiplican en los salones vacíos, supongo que no quiere llenar con muebles un lugar en el que apenas pasa unas horas diarias- El rencor en sus palabras podía olerse – Tiene un nuevo amante del que no se nada, la pobre esta enamorada y se va a mitad de la noches a su departamento en el centro, para estas horas ya debe estar allí.

-Esta en su derecho ¿no crees?, y tu no pareces necesitar que alguien te espere en casa, te ves como una adulta responsable- Mi mentira le provoco una sonrisa destellante, hice un esfuerzo por mirarla a los ojos.

-Aun así no me gusta estar sola, ¿Por qué no bajas conmigo un rato? Podría servirte una copa del minibar de mi madre.

Me quede atónito, un golpe de adrenalina me volvió a la realidad y mis labios se movieron solos:

- Jaja! En verdad te agradezco, mi turno esta terminando, ya debo volver a casa.

No podía creer que me había negado, me castigue por dentro con mil maldiciones hasta que ella volvió a hablar.

-Como quieras, dijo. Ya debo irme, veré con que logro distraerme. Bajo sus piernas para buscar el dinero en un pequeño bolsito azul, mientras ignoraba que yo la estaba contemplando de la cabeza a los pies. No podía dejar pasar esta oportunidad.

-Oye, ¿tienes cambio de cien?- Pregunto mirando por encima de mi hombro.

-Mmm... no, fue una mala noche- Respondí.

-Debo ir a buscar adentro, ¿de verdad no quieres beber algo?

Su insistencia fue demasiado para mi.

-Está bien, tomare una copa mientras buscas el dinero, luego me iré, están esperándome.

Corrimos bajo la lluvia por los jardines de la entrada y atravesamos un portón con figuras ornamentadas que debía pesar una tonelada.

La casona se veía tan bien por dentro como imaginaba y si bien pude corroborar la escasez de muebles, uno no podía dejar de notar que todo lo que estaba allí olía a dinero, mucho dinero. Me condujo al salón donde estaba el minibar y me invito a sentarme en un largo sillón blanco.

-¿Qué te sirvo?- Preguntó.

-Whisky con hielo, Cronos, si es que tienes- Respondí.

-El favorito de mi madre- dijo, sonriéndome a la cara. Se estiro para alcanzar la botella y sus piernas se encendieron como dos soles. Llenó dos vasos, brindó conmigo y bebimos juntos. Su rostro se arrugó al sentir el alcohol y se ruborizo tras un encuentro de miradas. Se acercó a un ventanal y alejó las cortinas. La luz de la calle entró e iluminó solamente su figura. Los botones superiores de su camisa se habían desabrochado logrando así un escote pecaminoso. Su pelo desarreglado, con sus dos coletas a medio armar, todavía lucia mojado. Se descalzó en un acto agraciado, siempre recordando sonreir.

-Ya debería irme, a tu madre no le gustara llegar y descubrir que me has invitado a pasar, balbuceé. - Y menos que he bebido de su whisky.

-Ella no regresara hasta el medio día- Dijo mientras se sentaba a mi lado-. Además, no has terminado de beber… Mateus, por favor, no quiero estar sola esta noche- Suplicó.

No pude negarme, olvide que alguien me esperaba en casa, decidí negar todo deseo cobarde de irme de allí. Tome sus manos que estaban frías y las sostuve, intentando inútilmente resaltar el trecho entre nuestras edades. Sofía subió las piernas al sillón y apoyo su cabeza en mi hombro derecho. Desde esa pocision podía ver sus pechos debajo de la blusa semidesabrochada alzándose hacia mi con cada respiración, cubiertos por un sostén rosa que hacia juego con el resto de la ropa interior, obsequiándome esplendor.

Suspiró mirando el suelo, y apoyó sus manos en una de mis piernas. Las mías, libres y ansiosas, como dos ratones hambrientos, buscaron nuevamente el calor de su cuerpo y una de ellas encontró refugio en el final de uno de sus muslos dorados.

El silencio, el incomodo e infeliz silencio nos descubrió sentados tan cerca que nos obligo a colisionar. El movimiento fue evidente, al despegar su mejilla de mi hombro sabia que iba besarme. Fui mas rápido. Nuestros labios chocaron con suavidad y se humedecieron al instante; al abrirse dieron paso a dos lenguas que se encontraron en una danza salvaje y se entrelazaron entre sonidos de satisfacción, manifestación del momento que al parecer, ambos habíamos soñado.

El beso se volvió cada vez mas apasionado, mis manos decidieron recorrer sus piernas, su cintura y sus brazos. Cada rincón de su cuerpo estaba húmedo por la lluvia pero ya no había frió en el. Sus rodillas se separaron invitándome a acariciarlas. Su piel era la de una diosa, una superficie adictiva que ya nunca querría dejar de rozar. Quise conquistar los terrenos de su complexión para vivir allí, para siempre. Abandone su boca y durante una fracción de segundo nos miramos a los ojos, y unidos por un hilo de plata a través nuestros labios migre con mis besos a la parte alta de su cuello. Mis manos bajaban cada vez mas, ya podía sentir el calor emanando de su entrepierna. Sofía emitía pequeños sonidos de placer cada ves que respiraba en su oído y sus uñas se clavaban en mi espalda cuando mordía el lóbulo de su oreja.

Había perdido todo control ético y moral, había dejado mi historia de vida en el taxi, llevando conmigo solo el deseo animal de penetrar a un ángel adolescente, de ensuciar sus alas con el dulce y espeso néctar del sexo salvaje. Me sentía perverso, delincuente. Me gustaba.


Lleve mi mano con firmeza hacia su entrepierna, rozando una y otra ves su ropa interior húmeda, tan húmeda que mis dedos se cubrieron de magia y fascinación.


Los gemidos daban crédito a la inmensidad de la casa vacía. Cada nota de éxtasis que escapaba de su voz hacia eco en la habitación contigua. El minibar resultaba el mejor escenario para un crimen divino.


Sofía arqueaba su espalda y se retorcía endemoniada cada vez que rozaba su clítoris a través de la tela rosada, apretaba los labios con fuerza y los dejaba en libertad solo para soltar otro alarido de placer. Lleve mis besos mas abajo y desabroche el resto de su camisa, y sin abandonar su sexo mojado, utilicé la mano libre para desabrochar su sostén. Sus pechos excarcelados buscaron la luz, perfectos, indomables, tan deseados. Masajie uno de ellos firmemente mientras mi lengua, labios y dientes torturaban al otro como un tridente afilado. Ella me tomo de la nuca y me presiono contra su cuerpo, obligándome a un romance interminable con cada rincón de su abdomen.

Transité su figura sobre mis labios, una y otra vez deteniéndome solo para volver a besarla.


Mi erección era muy notoria, el pantalón ya no podía contenerme. La joven ninfa estiraba sus brazos buscando tocar mi pene. Me gire en el lugar, y me agache frente a ella, la bese ferozmente unos instantes y antes que intentara pararse me volví a dar un festín con sus senos mientras aumentaba la presión en su fragmento de cielo. ¡Ah ese busto tan ansiado en la distancia, ahora me encendía en llamas que ya nunca extinguiría! Mis mordidas la volvían loca, y con quejidos excitantes me hacia saber cuanto le gustaba la presión en sus pezones. Volví a besarla en un frenesí de pasión ardiente y me deje caer otra vez sobre sus tetas como una bestia hambrienta.


Le arranque la pollera e inmediatamente abrió las piernas para mi, y una vez que la tuve casi desnuda me arrodille frente a estas, decidido a cubrirlas con mi boca. Mis labios humedecieron cada centímetro de piel indómita y cuando su cuerpo perdió el control, le quite la empapada prenda rosácea que ocultaba un tesoro.


El estruendoso gemido lleno el espacio como un lamento cuando mi lengua acaricio su clítoris, los músculos de sus piernas se tensaron y sus garras se clavaron en mis antebrazos. Dibujando mil formas irrepetibles, únicas e infinitas alrededor de su botón mágico, llené cada rincón de mi boca con el elixir que emanaba a mi contacto, y le arrebaté alaridos celestiales cada vez que introducí la punta de mi lengua en el manantial de su vagina. Sus gemidos funcionaban como un estimulo, aumente el ritmo del que seria su primer sexo oral para elevarla hasta el olimpo abandonado.


Sofía no podía mas, apretaba sus pechos con sus propias manos mientras sollozaba diciendo mi nombre.

Mateus!.. Detente por favor...

Sus palabras no podían contenerme, sentí el poder de ser el dueño del máximo placer de un ángel. Quería llevarme de ella el resto de su alma.

Así, entre dientes y lengua di a su clítoris un ultimo choque eléctrico que abrió las válvulas de una fuente de licor prohibido. Mas dulce que el wiskhy de su madre, mucho mas embriagante. Sofía exploto en un orgasmo que la dejo sin voz por un momento, quizás sin respiración. Sus piernas temblaron en espasmos incontrolables y sus ojos se cerraron al cielo. La voz le regreso con un grito de guerra, tan excitante.

Se incorporo en el lugar y me beso con brutalidad, robándome con su lengua el extracto de ángel que aun tenia en mi boca, degustando su propia poción de sexo edulcorante, fascinada por el sabor de un momento maravilloso.

Los botones de mi camisa volaron por la habitación, sus uñas cortaron mi pecho logrando caminos rojos hasta mis pantalones. Se arrodillo frente a mi y me desnudo con movimientos violentos. Sus piernas aun temblaban. Me miro a los ojos y con una mano comenzó a masturbarme.

-Quiero que me cojas - susurró antes de rozar la punta de mi pene con su lengua-. Quiero sentirte dentro mió- continuó. Su mano aumento el ritmo y sus labios cubrieron mi miembro llenándome de satisfacción. Comenzó a lamerlo intensamente, una y otra vez, metiéndolo en su boca hasta acariciar su garganta. El ángel había renunciado a la santidad y sus alas se tornaron negras, Sofía era mas que la tormenta esa noche. Ya no tendría miedo a la soledad.

Aumento su ritmo, el flujo de saliva que llegaba hasta el glande se le escapaba de los labios y se escurría por sus manos, chorreando en sus piernas. Humedeció dos de sus dedos y se los introdujo en la fuente de su locura, sacándolos luego, cubiertos de magia, y con una mirada infantil, busco mis ojos asegurándose que pudiese ver como los introducía en su boca antes de seguir con el sexo oral. Perdí la razón ante tal acto, olvidando respirar. Ella sonrió y arañándome los glúteos me lo pidió una vez mas.

- Cójeme...









Los vasos con whisky cayeron al suelo manchando la alfombra. Ya nada mas importaba, éramos nosotros dos y los relámpagos. La tire sobre el sillón y la bese una vez mas antes de arrodillarme frente a ella. Abrió sus piernas bañadas en delirio y apoyo sus talones en mis hombros. Su respiración era un huracán que movía edificios. Se aferro de sus pechos y lamió uno de sus dedos mirándome a los ojos.

-Aaaaaaaaaa!!

Su grito apago los truenos cuando la penetre con fuerza. Los ojos se le llenaron de lagrimas y estas cayeron recorriendo su rostro corrompido, su antigua mascara angelical. La penetre una y otra vez, cada vez mas duro, buscando que el próximo alarido superase al anterior. Quería derrumbar el mundo con la vibración de su voz. Quería robarme de ella toda esa energía que hacia girar al universo en torno a su sonrisa. Quería asesinar a la niña arrogante de dinero que vivía en el cuerpo de esta Diosa. Las embestidas se volvieron tan profundas que en sus mirada predominó el blanco y sus músculos se tensionaron en un prologo a un orgasmo mas intenso que el primero. Sus manos parecían desesperadas en aferrarse a cualquier cosa que le ayudara a contener el flujo de placer. No había nada que hacer. Sofía libero una cascada de miel con un aullido animal. El grito se asemejaba al punto máximo de un llanto desconsolado, el dolor y el deleite se habían fundido en sus emociones, demandándole mas.

La sujete de la cintura y la puse de pie. Apenas podía sostenerse. Me dio la espalda y se sujeto de mis brazos para dominar el temblor en su cuerpo. El sillón era testigo clave de una noche imposible.

Sofía apoyo sus manos en la tela blanca y me miro por encima de sus hombros, invitándome a seguir. Un nuevo sonido se coló en su voz cuando la penetre desde atrás, y continuo mientras la cojia con la ferocidad de un demonio enardecido. Sus gritos se fundían con mis gruñidos al respirar y su cuerpo se sacudía aun mas que los árboles afuera. Mi nombre se escapo de su pensamiento varias veces y se transformó en palabra. Quise detener el tiempo en ese instante de fantasía, y me esforcé por guardar en mi memoria cada detalle de una noche ilegal. Aumente el ritmo violentamente, estrellándome contra sus curvas novicias, sentí en su cintura un intento de alejarse, la búsqueda ciega de un rincón tranquilo para respirar, pero me negué a dejarla ir. Y enceguecido por el poder de su belleza la penetre sacrificando mis ultimas energías y deje que su cuerpo volviera a reaccionar. Así, cuando sentí que los músculos en su interior se preparaban para una explosión sin precedentes, deje salir aquel fantasma que supo violar su imagen tantas veces en el espejo retrovisor. Y en un paisaje usurpado, iluminado por una tormenta, sintió la fuerza de un final despiadado recorrer su interior, y no pudo gobernar su cuerpo ante el efecto de un torrente inundando su vagina, dejándose caer una vez mas en un orgasmo fulminante, ahora compartido.

La niña que hacia unas horas hablaba sin parar en el taxi, ahora era un manojo de sonidos extraños, que iban desde risas a llantos y de gemidos a una tos en búsqueda de aire.

Sofía apoyo su cabeza en sus antebrazos y se recostó en el sillón, su cuerpo era una convulsión tras otra. Me observo en silencio mientras me vestía, y al cabo de unos minutos se quedo dormida.

Levante un vaso del suelo, serví una medida mas y me senté sobre le mesa del minibar a contemplar la belleza de la que había sido dueño. No fue hasta terminar de beber que descubrí la foto sobre la vitrina que guardaba las botellas. El rostro me era familiar incluso en la oscuridad, me acerque, lo tome y mientras lo llevaba hacia un rayo de luz que entraba de la ventana sople el polvo que opacaba el cristal del portarretratos. Todos los monólogos de Sofía sobre su madre se resumieron en una imagen gris.




Cuando regrese a mi departamento ya eran las siete de la mañana. Abrí la puerta del dormitorio con el mayor sigilo posible, pero no pude evitar que quien dormía en mi cama despertara.

-Te espere hasta las cuatro, ¿Qué sucedió?

-Tuve un accidente- mentí. – Pero no a sido nada grave, debería haberte llamado, vuelve a dormir.

Sus ojos se cerraron otra vez. Gloria venia todas las noches a mi departamento. No sabia nada de mi, y yo no quería saber nada de ella, eran las condiciones de dos amantes de distinta clases social. Una botella de champagne descansaba sin abrir sobre la mesa de noche, rodeada de velas rojas que ya se habían consumido. Me deje caer en la cama. Gloria se dio media vuelta y me abrazo. La ironía del momento me hizo sonreír. No sabia que ella tuviese una hija.


Endimiøn

jueves, 30 de diciembre de 2010

barcelona parte 2:





Me alzó con rapidez, enrollé mis piernas en su cuerpo y mis brazos en su cuello, me estampo contra la pared besándome con desesperación, me separó un poco y me volvió a impulsar contra la pared metiéndose en mí, me dolió y sorprendió de una manera impresionante, grite de dolor y de placer al mismo tiempo. Comenzó a moverse con brutalidad y mis gritos no cesaban, me encantaba lo que sentía no podía creer lo que estaba viviendo, era increíble, no me imaginaba lo mucho que podía disfrutar, sin embargo sus movimientos me estremecían por que si bien era bruto era exacto, no se equivocaba con lo que hacía cada movimiento me daba el máximo de los placeres.



Nos movimos como pudimos hasta la caer en la cama chocó contra mí de una sola vez con un movimiento rápido y certero. Arqueé la espalda y me estremecí por la fuerza que había usado esta vez. Por fin aumentó la velocidad. No sólo sabía qué era lo que yo quería, sino que sabía de qué privarse para conseguir lo que yo deseaba.

Pasé una de mis manos por su espalda, deleitándome con sus músculos marcados que subían y bajaban al ritmo de su acelerada respiración. Ahora sí se movía como sabía que me gustaba. Fuerte y seguro contra mi, una y otra vez. Su mano bajó por mi cuerpo y se aferró a mi cintura, impulsándose para chocar su cadera contra las mías con más potencia. Me estremecí de nuevo y pasé mis piernas a su alrededor.

- Armando –gemí, creo que eso quise decir por que las palabras se iban distorsionando por mi respiración irregular, sin intención de lastimarlo mi mano que estaba sobre su espalda lo rasguño

Sentí cómo palpitaba su corazón bajo la mano que tenía apoyada en su espalda. Al mismo tiempo que palpitaba todo mi cuerpo por sus embestidas. Su lengua se paseaba por la piel de mi cuello, agregando más calor al que ya me producía.

- Sara -lo escuché susurrar, y eso me empujó más allá de la realidad, más allá de mi cuerpo y de la Tierra misma. Llegué en el paraíso por un momento, mientras me seguía penetrando con fuerza y desesperación. Cuando bajé del mismísimo cielo, el placer todavía hacía que se me cortara la respiración. Lo sentí venirse mientras bajaba la velocidad, obligado a detenerse por la intensidad de la satisfacción. Me sentí a mi misma palpitando a su alrededor una vez más, mientras comenzaba a sentir de nuevo todas las partes de mi cuerpo que no estaban llenas por él.




Cuando mi respiración se pudo estabilizar lo suficiente nos separamos, estaba oscureciendo, apenas podía sentir mi cuerpo, pero no me importaba mucho, por lastima me convertí en su amante, aunque en el fondo sabía que lo terminaría siendo.






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corto, si lo se, pero tenía que llegar la inspiración, espero que les guste y para que sepan probablemente empiece a publicar mas seguido, volvio la persona que me inspira...


besos

jueves, 7 de octubre de 2010

barcelona parte 1:

Hace un mes que conocí a un hombre, tengo dieciocho y el treinta y ocho, la primera vez que lo vi fue en una plaza de Barcelona, mi abuela me invito por tres meses para pasar mis vacaciones, por supuesto mi abuela conociéndome mejor que mi madre sabe de mi activa vida sexual y me dijo que me dejaría una llave de su casa y me daría la pieza de abajo. El primer día que llegué conocí a Nicolás el nieto del nuevo esposo de mi abuela, razón por la que ahora vivía en España y no en Argentina. Nicolás es de cabello castaño y con algunos rulos, no tiene el gran físico, pero tiene unos ojos verdes que te dan vida y te trasmiten pasión, el día que me fue a buscar al aeropuerto llevaba unos jeans y una remera blanca ajustada con unas zapatillas deportivas. Era pleno verano, yo llevaba un vestido de hilo fino blanco, unas zapatillas de lona, un pañuelo y un chaleco.

Apenas salí del avión me saqué los lentes de sol, traté de ubicar a mi abuela, pero en cambio lo encontré a el preguntando si yo era Sara, le sonreí y el se paralizo, mi respuesta fue ¿Y tu nombre? Nicolás tiene dieciocho, el es él chico más dulce que conozco. Ese primer día me besé con el en el auto antes de llegar a lo de mi abuela. Convivir con él a diario no fue ni es problema, dado que trabaja casi toda la tarde y yo duermo en las mañanas, durante las noches en las que mi abuela, María Ángela y Antonio, su esposo, se van a comer fuera o a bailar tango o flamenco dependiendo el día, veíamos películas y tomábamos una copa de vino, me sacaba a comer o a diferentes sitios de moda.

A la semana de haber llegado a Barcelona conocí a Armando Corza, un hombre de treinta y ocho años dueño de la mayor empresa textil de Barcelona, con mucha plata, el tenía unos ojos marrones casi negros y penetrantes, era de estatura media alta, metro ochenta, con un color de piel un tono más claro que él trigueño, el cabello medio corto, medio largo y negro, una sonrisa que era solo mía y que me derretía. El día que nos conocimos tenía puesto una camisa blanca de lino abierta hasta el tercer cuarto botón que dejaba ver una parte de su pecho, tenía los puños arremangados por encima de los codos, un pantalón jeans negro que le quedaba hermoso y unas zapatillas blancas deportivas; yo iba con un vestido blanco de lino, que tenía unas tiritas finas que sostenían la liviana tela, tenía unas zapatillas de lona y mi pelo estaba rizado.

Ese día Nicolás no había ido a trabajar, así que me llevó a un parque que tenía una fuente en el centro, llena de árboles y de sol, estaba llena de alegría. Él me compró un refresco y nos quedamos mirando a un grupo de cinco hombres que eran gitanos, estaban a un costado de la gran fuente tocando sus instrumentos, tocan música gitana, no había cosa que me gustase más que el flamenco, estaba tan concentrada en la música que cuando levante la mirada y lo vi parado del otro lado de la multitud, unos ojos tan profundo y penetrantes que me comencé a sentir desnuda en medio de la plaza, tenía cara de gitano, pero parecía que tenía mucha plata, más de la que podía decir.

Me tomaron de la mano y me sacaron a bailar, Nicolás se reía al igual que yo, pero a mi no me molestaba, porque yo si sabía bailar flamenco, era una rumba que decía mucho, que contaba una historia, él hombre avanzó por la multitud y se acercó al centro donde había un gran espacio para la banda y para nosotros. Mientras el estaba hipnotizado con mis ojos yo le bailaba alrededor, en un momento eso cambió y me hizo dar unos pasos que con sinceridad no esperaba y mucho menos que el supiese bailar. Cuando termino la música me alejé y fuimos a un banco con Nicolás, me dijo que se tenía que ir con unos amigos, pero yo prefería quedarme, me quedé con un poco de plata y un juego de llaves, me podía guiar a la perfección.

Luego de un rato la gente se dispersaba, en un momento lo visualicé, me estaba mirando, otra vez tuve esa sensación de desnudez, su figura era atrayente, no era joven claramente, pero tampoco viejo, se acercó de a poco y se sentó en el banco de costado mirándome.
- te molestaría decirme tu nombre, no todos los días conozco un ángel como tu que baila como el mismo diablo- me miró con esos ojos que me quitaban el aliento y me despojaban de la ropa, su sonrisa era perfecta, con un toque cínico y una voz de gitano, esa mezcla solo me decía que vivía más del peligro que de lo pacífico, pero no importaba, aun que sentía la necesidad de huir de ahí, me quedé relajada
- Sara, ¿El tuyo?- pregunté mientras me ponía de costado, desvié la mirada y cuando volví me di cuenta que en la mano izquierda tenía la marca de un anillo que se saca todas las mañanas y se coloca todas las noches
- Armando, ¿Te gustaría ir a tomar algo?- sus ojos decían lo que el no, decían donde y por que querían ir a tomar algo- después de unas copas de vino quizás ir a mi departamento frente al mar y hacer el amor hasta la noche, ¿Te gustaría?
- Eres demasiado directo, demasiado tentador y peligroso, sin contar que estas casado, pero el plan me agrada, sin embargo preferiría tomar el vino en la cama y luego de tener sexo, no lo llames hacer el amor por que tengo un concepto diferente de él amor, así que si me muestras el camino a tu auto estaría bien- el soltó una risa entre dientes, me paró tomándome de la mano enrollándola en su cintura, pasó su brazo por mis hombros, tomó mi refresco y comenzamos a caminar.

Fuimos a su auto que era más que hermoso, era un lujo, un Peugeot 307 cc negro, simplemente perfecto, amaba ese auto. Estuvimos dentro del auto un buen rato besándonos, luego arrancó y estuvimos callados hasta llegar a su departamento con vista al mar, ese hombre se excedía con la plata ¿Qué acaso era de la mafia? Yo ya estaba húmeda, durante el camino me estuvo tocando, pero me pidió que no lo tocase, como era obvio a el se le notaría y a mi no.

Subimos hasta el piso dos el departamento tres un número que no me decía más que suerte, era mi número el veintitrés, entramos con rapidez guiados por el instinto más poderoso la excitación. Pasamos sin prestar atención entre besos y caricias, cuando llegamos a su cuarto me dejó de espaldas a la pared y frente a él, sus manos se metieron debajo de mi vestido deshaciéndose se mi ropa interior y aferrándose de mi trasero me estrelló contra su cuerpo, comenzó una lucha interminable de placer entre nuestras lenguas, hasta que se decidió por bajar remarcando toda la línea de mi cuello, haciendo círculos y succionando mi piel.

Me dio vuelta con brutalidad, apoye mis manos contra la pared y pegué mi trasero contra su entrepierna, arqueando mi espalda. Me sacó lo que me quedaba de ropa, me recogió el cabello con la mano y me beso la espalda, desde mis omoplatos hasta la parte más baja ida y vuelta. Me paso el cabello por el costado para apoyar su mano izquierda en la pared, su mano derecha paso por el costado de mi cuerpo comenzando a bordear mi pecho derecho para pasar por el medio de ambos y seguir bajando hasta mi vientre para acariciarlo, lo que más me enloquecía era la lentitud con la que lo hacía, sus manos eran suaves y grandes, siguió su camino bordeando la parte izquierda de mi pelvis, siguió bajando hasta llegar a mi centro.

Subió mi pierna izquierda a una silla que había a un costado, sus caricias me hacen delirar de placer, masajeando mi clítoris, llegando hasta mi entrada sin pasar, comencé a producir pequeños gemidos de pena y deleite según el momento, sus caricias aumentaron el ritmo provocándome jadeos interminable que no me dejaban respirar con normalidad.

Me dio vuelta colocando mi pierna derecha sobre la silla y se arrodillo colocando sus manos sobre mi cintura con fuerza, mi brazo derecho se enredo entre mis cabellos y la pared, mientras que mi otro brazo se apoyaba en su hombro derecho, su lengua era calida y húmeda, comenzó a dar pequeños besos alrededor de mi sexo, cuando beso mi clítoris no puede más que dar un gemido. Comenzó a lamer mis muslos hasta que su lengua comenzó a jugar con mi clítoris y por ende con mi cordura, no sabía lo que quería, si quería que siga o que pare o que me de más. El fue bajando hasta meter su lengua en mi centro metiéndola y sacándola, provocando pucheros de mi parte cuando la sacaba pero sonrisas cuando la metía nuevamente, era malditamente bueno en esto, no recuerdo que ningún otro hombre me haya dado tanto placer y eso que recién comenzaba.

Cuando comenzó a succionar mi clítoris mis gritos aumentaron y mi cuerpo se comenzó a estremecer, bajé mi pierna, el me sostenía con fuerza, dado que prácticamente el soportaba todo mi peso, mis piernas estaban sobre sus hombros una de mis manos se sostenía de la silla y la otra de un mueble que tenía a mi costado, sentía que todo se estaba desvaneciendo bajo mi cuerpo hasta que explote con un extenso orgasmo que complete con un largo grito de placer, acababa de llegar al edén, sentí por un momento que me derretía, mi cuerpo era como gelatina y aun temblaba un poco.

Cuando me puede mover realmente lo senté en la silla besándolo salvajemente entre besos, aumentando la pasión mientras el acariciaba mis muslos. Le fui sacando la ropa, mis besos fueron creando un camino por su pecho hasta que llegué a su abdomen provocando que se tensara, me arrodille entre sus piernas y comencé a jugar con su hombría, los movimientos que hacía con mi boca eran tentadores, los sonidos de satisfacción que producía me indicaban que tanto le gusta lo que le hacía tenía sus manos detrás de la cabeza, sus ojos apretados y su mandíbula tensa.
Después de un rato cuando estaba más que duro subí hasta su oído pidiéndole que me penetrara mientras le mordía el lóbulo de la oreja él sonrió, pero no respondió, se lo volví a pedir mordiendo su hombro y oyendo su risa.

perdón la demora y la falta de imagenes, ya lo voy a publicar de nuevo con imagenes, espero que les guste...

jueves, 8 de julio de 2010

vicios...

Fui a buscar algo al cuarto de Gonzalo con mi cigarrillo en la boca, hacía medio año que fumaba, trataba de evitarlo fumando lo menos posible, para ser especifica los fines de semana, hoy que era fin de semana cosa que a los 16 significa salir de mi casa, hoy estábamos en lo de Gonzalo, con Mery, Bianca y Lisandro, siempre salíamos los 5 juntos, dentro del colegio era un grupo mas grande, pero fuera del horario de clases éramos solo nosotros. Tome mi campera y comencé a buscar mi celular, no me dí cuenta que estaba Lisandro, Lío, el era uno de mis mejores amigos.- hay vicios que matan Sara- me dijo con una sonrisa torcida que era tan tentadora como la del mismo diablo, deje mi campera sobre la cama y me acerque a el- lo se, pero un vicio es un vicio- me saco el cigarrillo de la comisura de los labios y le tire el humo en la cara.



Trate de sacárselo, pero no me lo permitió, así comenzamos a jugar tratando de sacarnos el cigarrillo, aunque el alcohol que traíamos encima no nos ayudaba mucha a esquivar los mueble o nuestros propios pies. Pero como siempre los juegos son parte de algo más importante, de un momento a otro nuestros cuerpos se estamparon contra la puerta cerrándola, mi espalda sentía el frío de la madera y mis pechos el calor de su cuerpo, nos miramos fijamente, no queríamos romper el silencio, nuestros ojos hablaban solos. Fue acercando sus labios a los míos lentamente, cerré los ojos automáticamente. Sentí como sus labios tocaban los míos, la comisura de sus labios estaba húmeda, abrí mi boca dándole una especie de permiso silencioso. Su húmeda lengua exploro toda mi boca, con sutileza y sensualidad, echó el cerrojo a la puerta y tomándome de las caderas fue caminando para atrás hasta tirarse en la cama llevándome con el.


Dejó con cuidado el cigarrillo en el cenicero junto a la cama de Gonzalo. Sus manos buscaron las mías y las entrelazamos sobre nuestros cuerpos comenzando una guerra de placer. Su lengua remarco suavemente mi labio y fue descendiendo por la línea de mi cuello, me mordió tironeando de mi piel, estremeciéndome, produciendo un placer insoportable tal que de mis labios salió un pequeño gemido. Soltó mi mano derecha que instantáneamente se enredó en su cabello castaño oscuro, su mano se fue deslizando hasta mi muslo y subió hasta aferrarse a mi trasero, provocándome un leve estremecimiento ante el contacto de su mano contra mi piel desnuda bajo mi falda negra, sus labios se empecinaban en hacerme estremecer de placer mandando pequeños impulsos a la zona sur de mi cuerpo.

Mientras masajeaba con su mano mi trasero su boca fue bajando peligrosamente hasta mis pechos, me soltó unos segundo sacándome mi remera y mi ropa interior de encaje rojo tanto la parte de arriba como la de abajo y se sacó su remera negra quedándose en jeans. Luego de eso volvió a entrelazar su mano con la mía, mientras la otra se decidía a masajear mi pecho, su lengua se decidió a torturar mi otro pecho bordeando mi pezón con mi lengua una y otra vez enloqueciéndome por el calor de su boca.

Succionó mi pecho hasta que me mordió, grité hasta que sus labios callaron mí grito, como si tratase de quedarse con cada grito que salía de mi boca, no sabía si gritaba de placer, de dolor o de ambas cosas, solo sabía que lo que hacía me provocaba una gran humedad en mi sexo, luego me lamió tratando de calmar el ardor que sentía. Sus labios siguieron bajando hasta llegar a mi vientre donde abrí mis piernas dándole un permiso silencioso.

Siguió bajando dándome pequeños besos, cuando llegó a mí vagina para situarse en mi clítoris - ¿Te gusta esta cercanía Sara?- pregunto como si no estuviese seguro de lo que hacía y si me gustase – como no podría gustarme- dejo escapar una risa encantadora tirando su calido liento en mi entrepierna, solté un pequeño sonido de placer sin poder evitarlo que él evidentemente sintió y sonrió enterrándose entre mis pierna, comenzó a besarme el clítoris una y otra vez, lamiéndolo, degustándome como el vino más sabroso, mi sexo era una cascada de miel incontrolable, recibió de recompensa mis gemidos y jadeos, ignorando un pedido sin sentido de que pare, me introdujo su lengua provocándome las mil maravillas en mi cuerpo, revolucionándolo cada vez que entraba en mi y mucho más cuando salía, mi vientre se estaba comenzando a tensar dándole una bienvenida a un calido orgasmo, siguió un poco más hasta que aceleró el ritmo, luego salió y mordió mi clítoris que ardía de placer llevándome así al más dulce y largo orgasmo de mí vida.

Cuando logré normalizar un poco mi cuerpo lo dejé abajo a él sentándome sobre él envolviendo su cadera con mis piernas, volví a besarlo bajando lentamente hasta su pecho y seguí bajando

desabrochando su pantalón, sacándolo junto con sus boxer, me llevé una grata sorpresa al ver su gran erección, comencé por darle pequeños besos en la punta, pero luego la metí en mi boca metiéndola y sacándola una y otra vez, lamiéndolo tratando de elevar su nivel de placer, tratando de lograr las sensaciones más placenteras que jamás en mi vida pensé lograr, pero sus gemidos y su voz ronca me decía que lo había conseguido.

Subí hasta su oído mordiendo el lóbulo de su oreja y con la voz más sensual que pude le pedí que me penetrara, le bese el cuello y se lo volví a pedir, me tomó de las caderas volviéndome a sentar sobre él con una pierna de cada lado de su cuerpo, su erección paso sin ningún inconveniente dado que mis muslos y mi sexo estaban bañados por mi néctar lo que le dio un fácil acceso, me tomo de las caderas elevándome y bajándome, cada vez más fuertes, mis gemidos le hacían saber lo mucho que me gustaba, mis manos estaban sobre las suyas en mi cadera sosteniéndome.

Sus embestidas cada vez eran más fuertes y profundas, llevándome cada ves a un mayor placer, mis uñas se clavaron en su abdomen y comencé a dar una serie de grito acallados por mi mordiendo mi labio, hasta que llegó mi cuerpo le dio nuevamente la bienvenida a un extenso orgasmo coronado con un gran grito de mi parte. Luego tome mi cabello suelto con mis manos como si fuese una coleta, comencé a moverme sobre el con una sucesión de pequeños saltos incontrolables, elevándome sobre el una y otra vez cada vez más hondo, explotando dentro mío con un orgasmo tan intenso como el mío o quizás más, su semen me inundó de placer apretándome más fuerte con sus manos, luego me derrumbe sobre su pecho.

Salió de dentro de mí y me acosté a su lado, me fije en la mesita de luz donde estaba el cenicero con mi cigarrillo consumido, tomé mi campera y saqué un paquete de cigarrillos con mi encendedor prendiendo uno,

él me miró con una sonrisa y dijo- los vicios no son buenos Sara- yo sonreí- hay algunos que si, el sexo es mi segundo vicio y es el vicio más placentero que he probado en mi vida- me levanté y me cambie nuevamente mientras el se cambiaba lo mire y me dijo- si el sexo es vicio, soy un viciado, pero de tu sexo, no el de otra- lo mire desafiante y sin dudar le dije- al parecer tu novia no te da el sexo que necesitas ¿No?-,- no, no me da lo que tu me diste, tal vez…-, lo pare antes de que continuase- no voy a ser tu amante, soy tu amiga y lo seguiré siendo, lo siento, no más sexo chico casado- salí de la habitación sin darle la oportunidad de que dijese otra cosa.
con deseo y sexo... Sara