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jueves, 30 de diciembre de 2010

barcelona parte 2:





Me alzó con rapidez, enrollé mis piernas en su cuerpo y mis brazos en su cuello, me estampo contra la pared besándome con desesperación, me separó un poco y me volvió a impulsar contra la pared metiéndose en mí, me dolió y sorprendió de una manera impresionante, grite de dolor y de placer al mismo tiempo. Comenzó a moverse con brutalidad y mis gritos no cesaban, me encantaba lo que sentía no podía creer lo que estaba viviendo, era increíble, no me imaginaba lo mucho que podía disfrutar, sin embargo sus movimientos me estremecían por que si bien era bruto era exacto, no se equivocaba con lo que hacía cada movimiento me daba el máximo de los placeres.



Nos movimos como pudimos hasta la caer en la cama chocó contra mí de una sola vez con un movimiento rápido y certero. Arqueé la espalda y me estremecí por la fuerza que había usado esta vez. Por fin aumentó la velocidad. No sólo sabía qué era lo que yo quería, sino que sabía de qué privarse para conseguir lo que yo deseaba.

Pasé una de mis manos por su espalda, deleitándome con sus músculos marcados que subían y bajaban al ritmo de su acelerada respiración. Ahora sí se movía como sabía que me gustaba. Fuerte y seguro contra mi, una y otra vez. Su mano bajó por mi cuerpo y se aferró a mi cintura, impulsándose para chocar su cadera contra las mías con más potencia. Me estremecí de nuevo y pasé mis piernas a su alrededor.

- Armando –gemí, creo que eso quise decir por que las palabras se iban distorsionando por mi respiración irregular, sin intención de lastimarlo mi mano que estaba sobre su espalda lo rasguño

Sentí cómo palpitaba su corazón bajo la mano que tenía apoyada en su espalda. Al mismo tiempo que palpitaba todo mi cuerpo por sus embestidas. Su lengua se paseaba por la piel de mi cuello, agregando más calor al que ya me producía.

- Sara -lo escuché susurrar, y eso me empujó más allá de la realidad, más allá de mi cuerpo y de la Tierra misma. Llegué en el paraíso por un momento, mientras me seguía penetrando con fuerza y desesperación. Cuando bajé del mismísimo cielo, el placer todavía hacía que se me cortara la respiración. Lo sentí venirse mientras bajaba la velocidad, obligado a detenerse por la intensidad de la satisfacción. Me sentí a mi misma palpitando a su alrededor una vez más, mientras comenzaba a sentir de nuevo todas las partes de mi cuerpo que no estaban llenas por él.




Cuando mi respiración se pudo estabilizar lo suficiente nos separamos, estaba oscureciendo, apenas podía sentir mi cuerpo, pero no me importaba mucho, por lastima me convertí en su amante, aunque en el fondo sabía que lo terminaría siendo.






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corto, si lo se, pero tenía que llegar la inspiración, espero que les guste y para que sepan probablemente empiece a publicar mas seguido, volvio la persona que me inspira...


besos

jueves, 7 de octubre de 2010

barcelona parte 1:

Hace un mes que conocí a un hombre, tengo dieciocho y el treinta y ocho, la primera vez que lo vi fue en una plaza de Barcelona, mi abuela me invito por tres meses para pasar mis vacaciones, por supuesto mi abuela conociéndome mejor que mi madre sabe de mi activa vida sexual y me dijo que me dejaría una llave de su casa y me daría la pieza de abajo. El primer día que llegué conocí a Nicolás el nieto del nuevo esposo de mi abuela, razón por la que ahora vivía en España y no en Argentina. Nicolás es de cabello castaño y con algunos rulos, no tiene el gran físico, pero tiene unos ojos verdes que te dan vida y te trasmiten pasión, el día que me fue a buscar al aeropuerto llevaba unos jeans y una remera blanca ajustada con unas zapatillas deportivas. Era pleno verano, yo llevaba un vestido de hilo fino blanco, unas zapatillas de lona, un pañuelo y un chaleco.

Apenas salí del avión me saqué los lentes de sol, traté de ubicar a mi abuela, pero en cambio lo encontré a el preguntando si yo era Sara, le sonreí y el se paralizo, mi respuesta fue ¿Y tu nombre? Nicolás tiene dieciocho, el es él chico más dulce que conozco. Ese primer día me besé con el en el auto antes de llegar a lo de mi abuela. Convivir con él a diario no fue ni es problema, dado que trabaja casi toda la tarde y yo duermo en las mañanas, durante las noches en las que mi abuela, María Ángela y Antonio, su esposo, se van a comer fuera o a bailar tango o flamenco dependiendo el día, veíamos películas y tomábamos una copa de vino, me sacaba a comer o a diferentes sitios de moda.

A la semana de haber llegado a Barcelona conocí a Armando Corza, un hombre de treinta y ocho años dueño de la mayor empresa textil de Barcelona, con mucha plata, el tenía unos ojos marrones casi negros y penetrantes, era de estatura media alta, metro ochenta, con un color de piel un tono más claro que él trigueño, el cabello medio corto, medio largo y negro, una sonrisa que era solo mía y que me derretía. El día que nos conocimos tenía puesto una camisa blanca de lino abierta hasta el tercer cuarto botón que dejaba ver una parte de su pecho, tenía los puños arremangados por encima de los codos, un pantalón jeans negro que le quedaba hermoso y unas zapatillas blancas deportivas; yo iba con un vestido blanco de lino, que tenía unas tiritas finas que sostenían la liviana tela, tenía unas zapatillas de lona y mi pelo estaba rizado.

Ese día Nicolás no había ido a trabajar, así que me llevó a un parque que tenía una fuente en el centro, llena de árboles y de sol, estaba llena de alegría. Él me compró un refresco y nos quedamos mirando a un grupo de cinco hombres que eran gitanos, estaban a un costado de la gran fuente tocando sus instrumentos, tocan música gitana, no había cosa que me gustase más que el flamenco, estaba tan concentrada en la música que cuando levante la mirada y lo vi parado del otro lado de la multitud, unos ojos tan profundo y penetrantes que me comencé a sentir desnuda en medio de la plaza, tenía cara de gitano, pero parecía que tenía mucha plata, más de la que podía decir.

Me tomaron de la mano y me sacaron a bailar, Nicolás se reía al igual que yo, pero a mi no me molestaba, porque yo si sabía bailar flamenco, era una rumba que decía mucho, que contaba una historia, él hombre avanzó por la multitud y se acercó al centro donde había un gran espacio para la banda y para nosotros. Mientras el estaba hipnotizado con mis ojos yo le bailaba alrededor, en un momento eso cambió y me hizo dar unos pasos que con sinceridad no esperaba y mucho menos que el supiese bailar. Cuando termino la música me alejé y fuimos a un banco con Nicolás, me dijo que se tenía que ir con unos amigos, pero yo prefería quedarme, me quedé con un poco de plata y un juego de llaves, me podía guiar a la perfección.

Luego de un rato la gente se dispersaba, en un momento lo visualicé, me estaba mirando, otra vez tuve esa sensación de desnudez, su figura era atrayente, no era joven claramente, pero tampoco viejo, se acercó de a poco y se sentó en el banco de costado mirándome.
- te molestaría decirme tu nombre, no todos los días conozco un ángel como tu que baila como el mismo diablo- me miró con esos ojos que me quitaban el aliento y me despojaban de la ropa, su sonrisa era perfecta, con un toque cínico y una voz de gitano, esa mezcla solo me decía que vivía más del peligro que de lo pacífico, pero no importaba, aun que sentía la necesidad de huir de ahí, me quedé relajada
- Sara, ¿El tuyo?- pregunté mientras me ponía de costado, desvié la mirada y cuando volví me di cuenta que en la mano izquierda tenía la marca de un anillo que se saca todas las mañanas y se coloca todas las noches
- Armando, ¿Te gustaría ir a tomar algo?- sus ojos decían lo que el no, decían donde y por que querían ir a tomar algo- después de unas copas de vino quizás ir a mi departamento frente al mar y hacer el amor hasta la noche, ¿Te gustaría?
- Eres demasiado directo, demasiado tentador y peligroso, sin contar que estas casado, pero el plan me agrada, sin embargo preferiría tomar el vino en la cama y luego de tener sexo, no lo llames hacer el amor por que tengo un concepto diferente de él amor, así que si me muestras el camino a tu auto estaría bien- el soltó una risa entre dientes, me paró tomándome de la mano enrollándola en su cintura, pasó su brazo por mis hombros, tomó mi refresco y comenzamos a caminar.

Fuimos a su auto que era más que hermoso, era un lujo, un Peugeot 307 cc negro, simplemente perfecto, amaba ese auto. Estuvimos dentro del auto un buen rato besándonos, luego arrancó y estuvimos callados hasta llegar a su departamento con vista al mar, ese hombre se excedía con la plata ¿Qué acaso era de la mafia? Yo ya estaba húmeda, durante el camino me estuvo tocando, pero me pidió que no lo tocase, como era obvio a el se le notaría y a mi no.

Subimos hasta el piso dos el departamento tres un número que no me decía más que suerte, era mi número el veintitrés, entramos con rapidez guiados por el instinto más poderoso la excitación. Pasamos sin prestar atención entre besos y caricias, cuando llegamos a su cuarto me dejó de espaldas a la pared y frente a él, sus manos se metieron debajo de mi vestido deshaciéndose se mi ropa interior y aferrándose de mi trasero me estrelló contra su cuerpo, comenzó una lucha interminable de placer entre nuestras lenguas, hasta que se decidió por bajar remarcando toda la línea de mi cuello, haciendo círculos y succionando mi piel.

Me dio vuelta con brutalidad, apoye mis manos contra la pared y pegué mi trasero contra su entrepierna, arqueando mi espalda. Me sacó lo que me quedaba de ropa, me recogió el cabello con la mano y me beso la espalda, desde mis omoplatos hasta la parte más baja ida y vuelta. Me paso el cabello por el costado para apoyar su mano izquierda en la pared, su mano derecha paso por el costado de mi cuerpo comenzando a bordear mi pecho derecho para pasar por el medio de ambos y seguir bajando hasta mi vientre para acariciarlo, lo que más me enloquecía era la lentitud con la que lo hacía, sus manos eran suaves y grandes, siguió su camino bordeando la parte izquierda de mi pelvis, siguió bajando hasta llegar a mi centro.

Subió mi pierna izquierda a una silla que había a un costado, sus caricias me hacen delirar de placer, masajeando mi clítoris, llegando hasta mi entrada sin pasar, comencé a producir pequeños gemidos de pena y deleite según el momento, sus caricias aumentaron el ritmo provocándome jadeos interminable que no me dejaban respirar con normalidad.

Me dio vuelta colocando mi pierna derecha sobre la silla y se arrodillo colocando sus manos sobre mi cintura con fuerza, mi brazo derecho se enredo entre mis cabellos y la pared, mientras que mi otro brazo se apoyaba en su hombro derecho, su lengua era calida y húmeda, comenzó a dar pequeños besos alrededor de mi sexo, cuando beso mi clítoris no puede más que dar un gemido. Comenzó a lamer mis muslos hasta que su lengua comenzó a jugar con mi clítoris y por ende con mi cordura, no sabía lo que quería, si quería que siga o que pare o que me de más. El fue bajando hasta meter su lengua en mi centro metiéndola y sacándola, provocando pucheros de mi parte cuando la sacaba pero sonrisas cuando la metía nuevamente, era malditamente bueno en esto, no recuerdo que ningún otro hombre me haya dado tanto placer y eso que recién comenzaba.

Cuando comenzó a succionar mi clítoris mis gritos aumentaron y mi cuerpo se comenzó a estremecer, bajé mi pierna, el me sostenía con fuerza, dado que prácticamente el soportaba todo mi peso, mis piernas estaban sobre sus hombros una de mis manos se sostenía de la silla y la otra de un mueble que tenía a mi costado, sentía que todo se estaba desvaneciendo bajo mi cuerpo hasta que explote con un extenso orgasmo que complete con un largo grito de placer, acababa de llegar al edén, sentí por un momento que me derretía, mi cuerpo era como gelatina y aun temblaba un poco.

Cuando me puede mover realmente lo senté en la silla besándolo salvajemente entre besos, aumentando la pasión mientras el acariciaba mis muslos. Le fui sacando la ropa, mis besos fueron creando un camino por su pecho hasta que llegué a su abdomen provocando que se tensara, me arrodille entre sus piernas y comencé a jugar con su hombría, los movimientos que hacía con mi boca eran tentadores, los sonidos de satisfacción que producía me indicaban que tanto le gusta lo que le hacía tenía sus manos detrás de la cabeza, sus ojos apretados y su mandíbula tensa.
Después de un rato cuando estaba más que duro subí hasta su oído pidiéndole que me penetrara mientras le mordía el lóbulo de la oreja él sonrió, pero no respondió, se lo volví a pedir mordiendo su hombro y oyendo su risa.

perdón la demora y la falta de imagenes, ya lo voy a publicar de nuevo con imagenes, espero que les guste...

jueves, 8 de julio de 2010

vicios...

Fui a buscar algo al cuarto de Gonzalo con mi cigarrillo en la boca, hacía medio año que fumaba, trataba de evitarlo fumando lo menos posible, para ser especifica los fines de semana, hoy que era fin de semana cosa que a los 16 significa salir de mi casa, hoy estábamos en lo de Gonzalo, con Mery, Bianca y Lisandro, siempre salíamos los 5 juntos, dentro del colegio era un grupo mas grande, pero fuera del horario de clases éramos solo nosotros. Tome mi campera y comencé a buscar mi celular, no me dí cuenta que estaba Lisandro, Lío, el era uno de mis mejores amigos.- hay vicios que matan Sara- me dijo con una sonrisa torcida que era tan tentadora como la del mismo diablo, deje mi campera sobre la cama y me acerque a el- lo se, pero un vicio es un vicio- me saco el cigarrillo de la comisura de los labios y le tire el humo en la cara.



Trate de sacárselo, pero no me lo permitió, así comenzamos a jugar tratando de sacarnos el cigarrillo, aunque el alcohol que traíamos encima no nos ayudaba mucha a esquivar los mueble o nuestros propios pies. Pero como siempre los juegos son parte de algo más importante, de un momento a otro nuestros cuerpos se estamparon contra la puerta cerrándola, mi espalda sentía el frío de la madera y mis pechos el calor de su cuerpo, nos miramos fijamente, no queríamos romper el silencio, nuestros ojos hablaban solos. Fue acercando sus labios a los míos lentamente, cerré los ojos automáticamente. Sentí como sus labios tocaban los míos, la comisura de sus labios estaba húmeda, abrí mi boca dándole una especie de permiso silencioso. Su húmeda lengua exploro toda mi boca, con sutileza y sensualidad, echó el cerrojo a la puerta y tomándome de las caderas fue caminando para atrás hasta tirarse en la cama llevándome con el.


Dejó con cuidado el cigarrillo en el cenicero junto a la cama de Gonzalo. Sus manos buscaron las mías y las entrelazamos sobre nuestros cuerpos comenzando una guerra de placer. Su lengua remarco suavemente mi labio y fue descendiendo por la línea de mi cuello, me mordió tironeando de mi piel, estremeciéndome, produciendo un placer insoportable tal que de mis labios salió un pequeño gemido. Soltó mi mano derecha que instantáneamente se enredó en su cabello castaño oscuro, su mano se fue deslizando hasta mi muslo y subió hasta aferrarse a mi trasero, provocándome un leve estremecimiento ante el contacto de su mano contra mi piel desnuda bajo mi falda negra, sus labios se empecinaban en hacerme estremecer de placer mandando pequeños impulsos a la zona sur de mi cuerpo.

Mientras masajeaba con su mano mi trasero su boca fue bajando peligrosamente hasta mis pechos, me soltó unos segundo sacándome mi remera y mi ropa interior de encaje rojo tanto la parte de arriba como la de abajo y se sacó su remera negra quedándose en jeans. Luego de eso volvió a entrelazar su mano con la mía, mientras la otra se decidía a masajear mi pecho, su lengua se decidió a torturar mi otro pecho bordeando mi pezón con mi lengua una y otra vez enloqueciéndome por el calor de su boca.

Succionó mi pecho hasta que me mordió, grité hasta que sus labios callaron mí grito, como si tratase de quedarse con cada grito que salía de mi boca, no sabía si gritaba de placer, de dolor o de ambas cosas, solo sabía que lo que hacía me provocaba una gran humedad en mi sexo, luego me lamió tratando de calmar el ardor que sentía. Sus labios siguieron bajando hasta llegar a mi vientre donde abrí mis piernas dándole un permiso silencioso.

Siguió bajando dándome pequeños besos, cuando llegó a mí vagina para situarse en mi clítoris - ¿Te gusta esta cercanía Sara?- pregunto como si no estuviese seguro de lo que hacía y si me gustase – como no podría gustarme- dejo escapar una risa encantadora tirando su calido liento en mi entrepierna, solté un pequeño sonido de placer sin poder evitarlo que él evidentemente sintió y sonrió enterrándose entre mis pierna, comenzó a besarme el clítoris una y otra vez, lamiéndolo, degustándome como el vino más sabroso, mi sexo era una cascada de miel incontrolable, recibió de recompensa mis gemidos y jadeos, ignorando un pedido sin sentido de que pare, me introdujo su lengua provocándome las mil maravillas en mi cuerpo, revolucionándolo cada vez que entraba en mi y mucho más cuando salía, mi vientre se estaba comenzando a tensar dándole una bienvenida a un calido orgasmo, siguió un poco más hasta que aceleró el ritmo, luego salió y mordió mi clítoris que ardía de placer llevándome así al más dulce y largo orgasmo de mí vida.

Cuando logré normalizar un poco mi cuerpo lo dejé abajo a él sentándome sobre él envolviendo su cadera con mis piernas, volví a besarlo bajando lentamente hasta su pecho y seguí bajando

desabrochando su pantalón, sacándolo junto con sus boxer, me llevé una grata sorpresa al ver su gran erección, comencé por darle pequeños besos en la punta, pero luego la metí en mi boca metiéndola y sacándola una y otra vez, lamiéndolo tratando de elevar su nivel de placer, tratando de lograr las sensaciones más placenteras que jamás en mi vida pensé lograr, pero sus gemidos y su voz ronca me decía que lo había conseguido.

Subí hasta su oído mordiendo el lóbulo de su oreja y con la voz más sensual que pude le pedí que me penetrara, le bese el cuello y se lo volví a pedir, me tomó de las caderas volviéndome a sentar sobre él con una pierna de cada lado de su cuerpo, su erección paso sin ningún inconveniente dado que mis muslos y mi sexo estaban bañados por mi néctar lo que le dio un fácil acceso, me tomo de las caderas elevándome y bajándome, cada vez más fuertes, mis gemidos le hacían saber lo mucho que me gustaba, mis manos estaban sobre las suyas en mi cadera sosteniéndome.

Sus embestidas cada vez eran más fuertes y profundas, llevándome cada ves a un mayor placer, mis uñas se clavaron en su abdomen y comencé a dar una serie de grito acallados por mi mordiendo mi labio, hasta que llegó mi cuerpo le dio nuevamente la bienvenida a un extenso orgasmo coronado con un gran grito de mi parte. Luego tome mi cabello suelto con mis manos como si fuese una coleta, comencé a moverme sobre el con una sucesión de pequeños saltos incontrolables, elevándome sobre el una y otra vez cada vez más hondo, explotando dentro mío con un orgasmo tan intenso como el mío o quizás más, su semen me inundó de placer apretándome más fuerte con sus manos, luego me derrumbe sobre su pecho.

Salió de dentro de mí y me acosté a su lado, me fije en la mesita de luz donde estaba el cenicero con mi cigarrillo consumido, tomé mi campera y saqué un paquete de cigarrillos con mi encendedor prendiendo uno,

él me miró con una sonrisa y dijo- los vicios no son buenos Sara- yo sonreí- hay algunos que si, el sexo es mi segundo vicio y es el vicio más placentero que he probado en mi vida- me levanté y me cambie nuevamente mientras el se cambiaba lo mire y me dijo- si el sexo es vicio, soy un viciado, pero de tu sexo, no el de otra- lo mire desafiante y sin dudar le dije- al parecer tu novia no te da el sexo que necesitas ¿No?-,- no, no me da lo que tu me diste, tal vez…-, lo pare antes de que continuase- no voy a ser tu amante, soy tu amiga y lo seguiré siendo, lo siento, no más sexo chico casado- salí de la habitación sin darle la oportunidad de que dijese otra cosa.
con deseo y sexo... Sara

domingo, 16 de mayo de 2010

principio de mes...

Estaba de vacaciones en lo de mi tía, tenía que pasar un mes entero de mi precioso verano con ella. Afortunadamente ella me ofreció ir a un baile que se organizaba por el aniversario del pueblo, creo, en fin, cuando llegamos a la casa de los que daban esa fiesta mi tía me presentó al hijo de los dueños. Era simple, pero pasable, de cabello castaño, ojos marrones, piel trigueña y unos músculos perfectos, estuvimos hablando alrededor de una hora hasta que la charla paso a otro nivel, casualmente mi tentador vestido o mas bien el tentador escote, cambie el tema con una inocencia fingida, a la que el reacciono con una tentadora risa y luego me beso el cuello

Javier: volviendo al tema de tu tentadora ropa, no tienes tiempo para mí
Sara: claro, sabes que es más tentador que esta ropa
Javier: ¿Qué cosa? (Me acerque a su oído)
Sara: mi ropa interior de encaje rojo

Luego le bese el oído, se quedó paralizado, yo me dí vuelta y subí los primeros cinco escalones, luego me detuve para esperar que me mirase, cuando lo hizo le hice seña para que me siga a una habitación. Salí corriendo y el me siguió, cuando entré una habitación supuse que era de el dado que tenía su nombre en la puerta, muy bonita la decoración, Javier me tomo de la cintura ejerciendo presión contra su cuerpo, sentía su respiración calida en mi espalda lo que me provocaba un estremecimiento precipitando el sensualidad de la situación. Cuando sentí sus calidos labios sobre mi espalda, lo que produjo que cierre los ojos por la satisfacción, rodee sus brazos que estaban en mi cintura con los míos, mi cabeza se fue para atrás instintivamente.

De sentir sus calidos labios comencé a sentir su húmeda lengua, que hizo un recorrido de mi espalda a mi hombro donde se detuvo para volver a besarme, volvió a su recorrido hasta posarse en mi cuello, siguió nuevamente hasta mi oído donde su lengua me lamió y luego me mordió el lóbulo de la oreja, cuando hizo eso apreté mi entrepierna y solté la respiración, tuve que morder mi labio para no decir nada, pero no pude evitar gemir cuando una de sus manos bajo desde mi cintura hasta mi entrepierna comenzó a acariciarme por debajo del vestido, cada vez me humedecía mas y eso que aun no tocaba mi lugar secreto, sus labios aun me besaban el hombro cuando sentí una gota de mi néctar deslizándose por mi muslo, cuando su mano se deslizo por ahí pude sentir como sonreía contra mi piel al notar lo fácil que el me podía excitar, con dos de sus dedos me seco el muslo, luego se llevó su dedo a la boca probándome, cuando lo lamió me acerco su dedo a mi boca y yo lo lamí.

Se separo un poco y prendió su reproductor de cd’s, había una sola canción y era “se deja llevar” de Antonio Orozco, era la canción perfecta para tener relaciones, me dí vuelta y Javier estaba apoyado en uno de los cuatro postes de la cama, llegaban al techo. Me acerque a el caminando sensualmente y quedé frente a el. Lo tome de la remera y le tironee para luego caer en la cama con el encima mío, enrollé mis piernas a su cuerpo y nos comenzamos a besar, tenía tantas ansias de tenerlo dentro, comencé a besar su oreja hasta morderla, el soltó una especie de gruñido que me excitó, yo me gire para dejarlo a el abajo, me comencé a sacar el vestido hasta quedar solo con mi ropa interior, ya que mis tacos me los había sacado al entrar, me volví a sentar a horcajadas de el mientras desabrochaba su camisa, mi respiración estaba agitada, me termine de desnudar y el se saco lo que le quedaba mientras se acostaba en la cama, yo me senté a horcajadas de él.

Mis manos recorrían su pecho mientras nuestros sexos se rozaban me acerque a la mesita de luz y le saqué un preservativo, luego de ponérselo sobre su pene erecto me penetró con fuerza y yo comencé a montarlo rápidamente, por alguna razón estaba muy ansiosa, como sobrexcitada, era raro, pero era muy reconfortante tenerlo dentro, mis gemidos elevaron su tono mientras el orgasmo me iba invadiendo, nos iba invadiendo.

Cuando terminamos me deje caer a su lado, tratando de controlar mi respiración agitada, ya me sentía mucho mejor, me levante de la cama y me dirigí a recoger mi vestido, pero solo hasta que Javier me tomo por debajo de mi pecho y por arriba de mi vientre, mientras se dirigía a mi sexo con la otra, una de mis manos se enrollo por su cabeza, que besaba mi cuello, mientras la otra acompañaba el movimiento de su mano, comencé a jadear cuando comenzó a meterme sus dedos, mis dos manos estaba en su cabeza, apenas podía estar de pie y dudaba que fuese por mucho tiempo. Javier prácticamente me sostenía, mis piernas ya no funcionaban, sentía que me desvanecía bajo mis pies cuando llegué al orgasmo, con un jadeo casi insoportable.

Javier seguía sosteniendo mi cuerpo, probablemente si me soltaba en ese momento me caería, me besaba el cuello mientras esperaba que se calme mi respiración, me hizo caminar para atrás para poder sentarse en una silla frente a un pequeño escritorio con espejo, podía ver mi cara de satisfacción, sentí sus labios besando mi espalda cuando me volvió a penetrar, solté un pequeño gritito por la sorpresa, pero él solo se rió y siguió besándome cuando comencé a moverme sobre el, mis manos se agarraban del escritorio tratando de no gemir tanto, pero me era imposible, mis nudillos estaban blancos de la fuerza que ejercía cuando apoye mi cabeza sobre el escritorio mas bien gimoteando que gimiendo, quería llegar al orgasmo ya, él lo acababa de lograr y lo corono con un gran grito, yo seguía con la respiración agitada hasta que el se paró llevándome con él y acelero el ritmo de sus embestidas hasta que explote llegando al fin a un delicioso orgasmo, se sentó con la respiración acelerada mientras yo me giraba y me sentaba contra el escritorio de mármol.

Sería un mes largo, después de todo no quería estar allí, pero podía apostar que si me mantenía cerca de Javier sería un mes lleno de deliciosas experiencias…

Con deseos Sara Mariah…

domingo, 25 de abril de 2010

sensaciones


Después de todo lo que habíamos vivido esta sería nuestra ultima noche juntos, mañana el se iría del país y yo me quedaría con mi novio, como si nada hubiese pasado. Llegó a la hora que debía llegar ni antes, ni después, me trajo una caja de chocolates del bar en donde nos habíamos conocido. Vino a las doce, no era una cena, por lo que abrí una botella de vino que guardaba para estos momentos.

Luego de la segunda botella comenzó a recorrer mi cuerpo con sus manos, me tocaba como si yo fuese porcelana, como si con el más mínimo movimiento me pudiese romperme en pedazos. Al principio me beso con total delicadeza, luego de un momento a otro los suaves roces se convirtieron en una necesidad incontrolable, pasaron de ser sobrios y calmado a ser salvajes y excitantes. Comenzó a deslizar su mano por mi muslo subiendo por la abertura de mi vestido que según sus palabras llegaba justo a la gloria, sus besos se volvieron cada vez más apremiantes y la excitación recorría mi cuerpo

Comencé a desprender los botones de su camisa negra con mis torpes manos mientras el me sacaba el vestido rojo, que en su tiempo el me había regalado con el pretexto de que para sus ojos en mi quedaba sexy. Me besaba con desesperación, me alzo de manera que quede contra su calido torso desnudo y la fría pared. Su boca se fue deslizando por mi cuello hasta llegar a mi pecho produciendo en mí una oleada de calor que no pude reprimir. Luego subió hacia mi garganta mientras me bajaba pero aun así me tenía acorralada contra la pared, al contrario de su boca, sus manos fueron subiendo por mi vientre acariciándome de tal forma que me fue imposible no proclamar un gemido.


Me separo de la pared para tirarme en la cama y empezar a besar mi cuerpo desnudo. No sabía si este efecto que producía era a causa de la cantidad de alcohol que habíamos bebido o si era simplemente un producto de nuestros cuerpos en movimiento, pero sin embargo dentro de mí estaba esa sensación, que aun no sabiendo cual era su causa, si sabía que producía un ardor interminable dentro de mi cuerpo que se evidenciaba en estallidos agitados de un respirar apasionado. Guíe sus manos a aquellos lugares que me estremecían, deslizo las palmas de sus manos sobre mis pechos. Mis caderas se adueñaron del espacio y moviéndose como el viento buscaron estrellarse con su piel.



Cambiamos de posición, ahora era yo quien estaba arriba, bajé por su abdomen dando pequeños besos de mariposa aquí y allá, viajando por su torso, recordando cada rincón de su cuerpo tratando de sentir sus manos acariciando mi espalda, mi voz pidiéndole mas... y el cumplió obediente el era lo que importaba en ese momento, mi objeto de excitación. El recorriendo mis piernas con sus manos, no pude evitar soltar un jadeo. El fue y siempre sería a quien yo sedujese. En ese momento no me importaba ni su viaje ni mi futuro esposo, solo satisfacer el deseo que sentíamos, para ser uno solo....

sábado, 24 de abril de 2010

hola...

Cree este blog por que tengo demasiada imaginación sobre el sexo, últimamente mi cabeza anda por el cielo y ese es el cielo del sexo, tengo mínimo cuatro fantasías por día, por momentos creí que era una locura dado que llegué a fantasear sobre mi profesor, pero después me dí cuenta que era simple curiosidad y deseo por descubrir mi sexualidad, siempre dije que no importa cuantas veces tengas sexo, siempre se aprende algo nuevo, voy a ir publicando pequeños relatos cortos algunos entrelazados otros no…
El blog va habla de sexo y si no sos mayor no lo leas, a menos que tengas una mente abierta como yo, sería muy hipócrita de mi parte decir no menores si yo soy menor en fin ya voy a publicar mi primer historia…

Bess Sara…