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jueves, 8 de julio de 2010

vicios...

Fui a buscar algo al cuarto de Gonzalo con mi cigarrillo en la boca, hacía medio año que fumaba, trataba de evitarlo fumando lo menos posible, para ser especifica los fines de semana, hoy que era fin de semana cosa que a los 16 significa salir de mi casa, hoy estábamos en lo de Gonzalo, con Mery, Bianca y Lisandro, siempre salíamos los 5 juntos, dentro del colegio era un grupo mas grande, pero fuera del horario de clases éramos solo nosotros. Tome mi campera y comencé a buscar mi celular, no me dí cuenta que estaba Lisandro, Lío, el era uno de mis mejores amigos.- hay vicios que matan Sara- me dijo con una sonrisa torcida que era tan tentadora como la del mismo diablo, deje mi campera sobre la cama y me acerque a el- lo se, pero un vicio es un vicio- me saco el cigarrillo de la comisura de los labios y le tire el humo en la cara.



Trate de sacárselo, pero no me lo permitió, así comenzamos a jugar tratando de sacarnos el cigarrillo, aunque el alcohol que traíamos encima no nos ayudaba mucha a esquivar los mueble o nuestros propios pies. Pero como siempre los juegos son parte de algo más importante, de un momento a otro nuestros cuerpos se estamparon contra la puerta cerrándola, mi espalda sentía el frío de la madera y mis pechos el calor de su cuerpo, nos miramos fijamente, no queríamos romper el silencio, nuestros ojos hablaban solos. Fue acercando sus labios a los míos lentamente, cerré los ojos automáticamente. Sentí como sus labios tocaban los míos, la comisura de sus labios estaba húmeda, abrí mi boca dándole una especie de permiso silencioso. Su húmeda lengua exploro toda mi boca, con sutileza y sensualidad, echó el cerrojo a la puerta y tomándome de las caderas fue caminando para atrás hasta tirarse en la cama llevándome con el.


Dejó con cuidado el cigarrillo en el cenicero junto a la cama de Gonzalo. Sus manos buscaron las mías y las entrelazamos sobre nuestros cuerpos comenzando una guerra de placer. Su lengua remarco suavemente mi labio y fue descendiendo por la línea de mi cuello, me mordió tironeando de mi piel, estremeciéndome, produciendo un placer insoportable tal que de mis labios salió un pequeño gemido. Soltó mi mano derecha que instantáneamente se enredó en su cabello castaño oscuro, su mano se fue deslizando hasta mi muslo y subió hasta aferrarse a mi trasero, provocándome un leve estremecimiento ante el contacto de su mano contra mi piel desnuda bajo mi falda negra, sus labios se empecinaban en hacerme estremecer de placer mandando pequeños impulsos a la zona sur de mi cuerpo.

Mientras masajeaba con su mano mi trasero su boca fue bajando peligrosamente hasta mis pechos, me soltó unos segundo sacándome mi remera y mi ropa interior de encaje rojo tanto la parte de arriba como la de abajo y se sacó su remera negra quedándose en jeans. Luego de eso volvió a entrelazar su mano con la mía, mientras la otra se decidía a masajear mi pecho, su lengua se decidió a torturar mi otro pecho bordeando mi pezón con mi lengua una y otra vez enloqueciéndome por el calor de su boca.

Succionó mi pecho hasta que me mordió, grité hasta que sus labios callaron mí grito, como si tratase de quedarse con cada grito que salía de mi boca, no sabía si gritaba de placer, de dolor o de ambas cosas, solo sabía que lo que hacía me provocaba una gran humedad en mi sexo, luego me lamió tratando de calmar el ardor que sentía. Sus labios siguieron bajando hasta llegar a mi vientre donde abrí mis piernas dándole un permiso silencioso.

Siguió bajando dándome pequeños besos, cuando llegó a mí vagina para situarse en mi clítoris - ¿Te gusta esta cercanía Sara?- pregunto como si no estuviese seguro de lo que hacía y si me gustase – como no podría gustarme- dejo escapar una risa encantadora tirando su calido liento en mi entrepierna, solté un pequeño sonido de placer sin poder evitarlo que él evidentemente sintió y sonrió enterrándose entre mis pierna, comenzó a besarme el clítoris una y otra vez, lamiéndolo, degustándome como el vino más sabroso, mi sexo era una cascada de miel incontrolable, recibió de recompensa mis gemidos y jadeos, ignorando un pedido sin sentido de que pare, me introdujo su lengua provocándome las mil maravillas en mi cuerpo, revolucionándolo cada vez que entraba en mi y mucho más cuando salía, mi vientre se estaba comenzando a tensar dándole una bienvenida a un calido orgasmo, siguió un poco más hasta que aceleró el ritmo, luego salió y mordió mi clítoris que ardía de placer llevándome así al más dulce y largo orgasmo de mí vida.

Cuando logré normalizar un poco mi cuerpo lo dejé abajo a él sentándome sobre él envolviendo su cadera con mis piernas, volví a besarlo bajando lentamente hasta su pecho y seguí bajando

desabrochando su pantalón, sacándolo junto con sus boxer, me llevé una grata sorpresa al ver su gran erección, comencé por darle pequeños besos en la punta, pero luego la metí en mi boca metiéndola y sacándola una y otra vez, lamiéndolo tratando de elevar su nivel de placer, tratando de lograr las sensaciones más placenteras que jamás en mi vida pensé lograr, pero sus gemidos y su voz ronca me decía que lo había conseguido.

Subí hasta su oído mordiendo el lóbulo de su oreja y con la voz más sensual que pude le pedí que me penetrara, le bese el cuello y se lo volví a pedir, me tomó de las caderas volviéndome a sentar sobre él con una pierna de cada lado de su cuerpo, su erección paso sin ningún inconveniente dado que mis muslos y mi sexo estaban bañados por mi néctar lo que le dio un fácil acceso, me tomo de las caderas elevándome y bajándome, cada vez más fuertes, mis gemidos le hacían saber lo mucho que me gustaba, mis manos estaban sobre las suyas en mi cadera sosteniéndome.

Sus embestidas cada vez eran más fuertes y profundas, llevándome cada ves a un mayor placer, mis uñas se clavaron en su abdomen y comencé a dar una serie de grito acallados por mi mordiendo mi labio, hasta que llegó mi cuerpo le dio nuevamente la bienvenida a un extenso orgasmo coronado con un gran grito de mi parte. Luego tome mi cabello suelto con mis manos como si fuese una coleta, comencé a moverme sobre el con una sucesión de pequeños saltos incontrolables, elevándome sobre el una y otra vez cada vez más hondo, explotando dentro mío con un orgasmo tan intenso como el mío o quizás más, su semen me inundó de placer apretándome más fuerte con sus manos, luego me derrumbe sobre su pecho.

Salió de dentro de mí y me acosté a su lado, me fije en la mesita de luz donde estaba el cenicero con mi cigarrillo consumido, tomé mi campera y saqué un paquete de cigarrillos con mi encendedor prendiendo uno,

él me miró con una sonrisa y dijo- los vicios no son buenos Sara- yo sonreí- hay algunos que si, el sexo es mi segundo vicio y es el vicio más placentero que he probado en mi vida- me levanté y me cambie nuevamente mientras el se cambiaba lo mire y me dijo- si el sexo es vicio, soy un viciado, pero de tu sexo, no el de otra- lo mire desafiante y sin dudar le dije- al parecer tu novia no te da el sexo que necesitas ¿No?-,- no, no me da lo que tu me diste, tal vez…-, lo pare antes de que continuase- no voy a ser tu amante, soy tu amiga y lo seguiré siendo, lo siento, no más sexo chico casado- salí de la habitación sin darle la oportunidad de que dijese otra cosa.
con deseo y sexo... Sara

2 comentarios:

  1. HOLA, BONITA. ESTOY MIRANDO TU BLOG. SE TE INVITA A Q' ME VISITES EN "VERSOS NEGROS" ESTOY SEGURO Q' VA A SER DE TU AGRADO. SIGO MIRANDO. LUEGO TE CUENTO. BESO.

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  2. Somos animales sexuados y así nos conducimos, por instinto y deseo...Abrazos cariñosos de cruce de caminos y letras entintadas

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